domingo, mayo 01, 2005

anecdota (1)
Me pasó hace unos meses. Recorriendo la librería El Ateneo, sintiendo el exquisito aroma de los libros como el del tabaco, ví y escuché a una señora que ofuscada protestaba a viva voz: "...que mal atendimiento, en este lugar el atendimiento es malísimo..." Me llamó mucho la atención la palabra ATENDIMIENTO; en realidad me produjo risa, pensé: "que bruta, rodeada de semejante cantidad de libros prolijamente correjidos, de inmaculados diccionarios, de soberbios escritores, esta bestia dice sin complejos: atendimiento. No podría haber dicho: que mal atendida o que mal que atienden ?. Eligió el peor lugar para ser tan ignorante -pensé, sin ofender-
Pasó el tiempo y buscando no sé qué palabra en el diccionario me encuentro con: ATENDIMIENTO: acción y efecto de atender... Que bruto que soy! Que ignorante! Me pinché tres veces con una pluma oxidada y me condené a poner la palabra en la novela que estoy escribiendo.