domingo, enero 20, 2008

HUIDOBRO, la hija lobizón de Clarin...


“…Ahí estaba el olor de la sombra como si lo hubiera acompañado siempre. Ahí estaba el olor de la sombra. La puerta doble de madera, el largo pasador de hierro, los mosaicos del patio, la parra, la sombra de la parra, las salpicaduras de sol en los mosaicos, la manguera, el agua, las plantas, el agua en los mosaicos calientes del sol del verano, el olor de los mosaicos calientes al sol del verano mojados por el agua de la manguera. El olor de la sombra. Su madre en la casa de barracas regando con la manguera; no la imagen de su madre en la casa de Barracas regando con la manguera, sino la certidumbre de su madre en la casa de Barracas regando con la manguera, y la sombra, el olor de la sombra. La puerta se cerró con un golpe y la franja de sombra desapareció, y con ella misma puerta doble de madera, el pasador de hierro, los mosaicos del patio, las salpicaduras del sol, la parra, el agua de la manguera, el olor de la sombra, la certidumbre de su madre regando las plantas…” (Pag. 85 de la Novela (?) “El lugar perdido” de Norma Huidobro- premio Clarín 2007).

Este texto terriblemente pesado, plomo, aburrido, con la técnica del “rulo” de los 60: escribir casi en viceversa, pertenece a la séptima hija mujer del Premio Clarín de Novela 2007. Siguiendo la línea de premiar a mujeres, porque según un estudio de marketing las mujeres son las que más compran libros escritos por mujeres. Al leer semejante plomazo, que por suerte alguién que me conoce me advirtió, me dijo: lee la página 85 y entenderás muchas cosas. Lo primero que hice fue sospechar, luego confirmar, que efectivamente Norma Huidobro es profesora de letras, ellos: los profesores de letras !! son los únicos capaces de ampararse en la técnica (vieja, de ir para atrás y para adelante una y otra vez) para rellenar de forma tan boluda las más de 150 páginas que pide el concurso. Luego, cual si fuera el I-Chin, jugué a abrir el libro en cualquier lado y la historia se repite interminablemente.

Rosa Montero (miembro del jurado) dice: “…una novela limpia y afilada como una aguja de cristal: se te clava en el corazón estremecedora e hipnotizante…”

Realmente, leerla es como que te caigan pedacitos de vidrios en los ojos. En los ojos con pedacitos de vidrios. En los ojos de vidrio.

Gaby Norton