sábado, junio 23, 2007

LAISEKA, un escritor fantástico


PARTE 2
Por: Anonimo Jester


Ian Von Laiseka, bien pertrechado ya y parapetado detrás del escritorio, calzó un casco de la Segunda Guerra, con agujero de entrada y de salida, y comenzó a disparar sin blanco fijo las primeras palabras del cuento de Poe: La Casa Usher. Una ovacíon rompió en aplausos desde aquella audiencia tecnocrática (según definición propia) que no se imaginaba la que se le venía.
De pronto un escalofrío recorrió la espalda del leedor, pudo sentir por el rabillo del ojo la presencia del Monitor, maldito Dictador omnipresente. Laiseka farfulló fuera de micrófono: "si no se retira inmediatamente de la sala, juro que pondré a toda esta gente al servicio del antiser, calculo Su amado Jefe, y lo haré cagar bien a patadas en el orto" Despojado del comentario giró rápidamente la cabeza y encontró sólo vacio en el escenario. Mejor así, pensó.
Un poco nervioso volvió la vista hacia el público y notó entre penumbras que en primera fila estaba Analía Waldorf Putossi, desnudita tal como había quedado a la salida de la cripta del cementerio de la Recoleta y con una mano nauseabunda apoyada en la entrepierna de su amado el japonés Tojo. Eso lo tranquilizó. Las cosas volvían a su lugar.
Volvió a la carga con su AK 47 que traía debajo del saco y disparó: "...Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Usher..." la descarga de balaspalabras del cuento dio de lleno contra la gorda obesa que viajaba en Internet buscando al hombre que la torture sexualmente hasta matarla (sic), según una noticia aparecida en el diario Clarín el jueves 31 de octubre de 1996. La gorda desparramó sus tres kilos por teta por todo el salón y quedó destripada entre la fila 15 y la 17. Se escuchó un solo aplauso emocionado que provenía del medio de la sala, era el nieto de Roderick Usher: Carlos Roderick Usher, que se encontraba viviendo desde hacía unos años en Argentina, en la calle Balcarce N° 50...
La primera parte se puede leer en el post que se encuentra más abajo.

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